Entrar no implico lo mismo que otras veces. Una rara
adrenalina se respiraba junto con el aire. Cada uno en lo suyo, corridas,
risas, lagrimas, nervios. Ver esa sala repleta, y ese escenario. Ese, principal
testigo de tantas cosas. Ese cuadrado azul, inmenso, que intenta imitar un
cielo, o un mar. No me tomo por sorpresa el comienzo, claro, después de tantas
veces. No era una función mas, cada canción que terminaba era un escalofrió
enorme. Era saber que cada nota musical, nos acercaba cada vez mas a ese final
que todos en la sala temíamos.
Nadie quería que las Dynamos cantaran esa última canción,
nadie quería desprenderse de esa butaca rojiza. Pero el momento llego, como era previsible. Llegaría
y nada lo podía evitar. El discurso final, quizás nos demostró que al final, el
tiempo de despedida sí había llegado. ‘Y bueno, nos volveremos a ver’,
concluyo.
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